La persona amada, en el plano poético, es una joya, una esmeralda de virtuosos reflejos, un diamante pulido por el roce del cariño y la fragua de los recuerdos. Pero al morir, la gema del amor desaparece, y en muchos casos acaba convertida en cenizas
Las cuatro religiones monoteístas interpretan de forma muy distinta la incineración de un cadáver. Mientras la tradición musulmana y judía exigen el entierro, las Iglesias católicas y protestantes permiten la cremación individual de los muertos siendo las cenizas joyas en la familia conservándolas, tirándolas al mar o como es común depositándole en osarios.
En Europa ha pasado a otro nivel ya que se tiene la posibilidad de transformar las cenizas de sus seres queridos en verdaderas joyas u obras de arte ya que por medio de exponer las cenizas a temperaturas y presiones extremas pueden transformarlos en diamantes sintéticos.
En un plazo de cinco a seis semanas, nuestro diamante pulido por el roce del cariño, y por una inversión de entre 3.300 a 11.000 euros, dependiendo del quilataje, ya es una realidad física. La empresa de origen Suizo, “Algordanza” se compromete por ese precio a recoger las cenizas, entregarlas a un laboratorio que realizará la transmutación química.
También incluye el corte de la piedra, que se tallará según la preferencia de la familia. Pueden ser translúcidos o de color azul y llevar una inscripción.